Cuando era niña y acudía a mi Parroquia escuchaba a las señoras que estaban al interior cantar esta estrofa: “Estoy pensando en Dios, estoy pensando en su amor, olvida el hombre a su Señor y poco a poco se desvía y entre angustia y cobardía va perdiéndose el amor Dios le habla como amigo huye el hombre de su voz” y me pregunto: ¿El Hombre se olvida de Dios? ¿Se puede? o ¿Dios se olvida del Hombre?. Esta segunda pregunta la escucho cada vez con más frecuencia, la mayoría de las personas ante las múltiples y recientes situaciones complejas que generan desesperanza, miedo, sin sentido se preguntan ¿Donde está Dios? ¿Porque permite esto o aquello? Y me viene como respuesta inmediata esta melodía y a su vez me refleja el concepto de Dios que hoy nos ha quedado como una herencia deteriorada y malgastada, la que no hemos aprendido a cuidar, administrar y valorar, esta fe que nos ha sido transmitida gratuitamente.
La presencia de Dios se ha convertido en algo que no podemos negar pero que a su vez poco a poco la vamos enrolando en una misma visión: la de mercado. Llevamos la práctica de la religión, pero aun peor nuestra relación con Dios y con los hermanos a un simple Do ut des (doy para que des) olvidándonos así de las personas y de la persona de Dios.
San Juan Bosco –fundador de Congregación de los Salesianos- era un hombre que aprendió de su Madre “mamá Margarita” que le decía “Dios te ve y te ama” y de aquí le venía la conciencia de vivir en la presencia de Dios. El tener la plena seguridad de esta compañía constante nos hace inevitablemente entrar en relación con Él, en el silencio, en el abandono, en la simple vida cotidiana, también en la toma de decisiones, ya que nos interesa saber que piensa nuestro acompañante al respecto.
Santa María Dominga Mazzarello - Cofundadora del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora - fue una mujer considerada como abierta y dócil a la acción del Espíritu Santo ¿Cómo lo logro? ¿Cómo entrar en relación? ¿Cómo escuchar y dejarse conducir? Creo que este hecho nos puede dar la respuesta: en una ocasión se confesó de no pensar en Dios por 15 minutos en un día. Así es simplemente una mujer que en su vida ordinaria y durante sus quehaceres del campo y de la casa vivía en esta presencia, no olvidaba a su Señor ni tampoco huía de su voz.
Pensar en Dios es un gran paso que nos conduce a poder actuar como El nos pide y definitivamente no será más allá de nuestras fuerzas y sin lugar a dudas requerirá de nuestro esfuerzo, recompensado con la amistad de Dios, nuestra unión con el que es la cúspide de la dignidad, misión e identidad de cada uno de nosotros y también lo único que saciará nuestros anhelos más profundos de amor, de paz, de alegría, de eternidad. ¿Estás pensando en Dios? Dios ciertamente en este momento y siempre está pensando en ti y está contigo.
S. Themis Selene Brambila Ledezma
Noviciado Maín de las Hijas de María Auxiliadora
No hay comentarios:
Publicar un comentario